CARACAS (Reuters) - Siete personas murieron en Venezuela en choques entre seguidores del oficialismo y la oposición, en un brote de violencia quea con extenderse el martes mientras unos salen a las calles a defender la ajustada elección que consagró a Nicolás Maduro, y otros a exigir un recuento de votos.
Maduro fue declarado presidente electo el lunes, pero la diferencia de menos de 2 puntos porcentuales frente al opositor Henrique Capriles y las numerosas denuncias de irregularidades durante los comicios caldearon los ánimos en el polarizado país.
Los enfrentamientos en distintas ciudades del país desencadenaron siete muertes y dejaron a 61 personas heridas, dijo la fiscal general Luisa Ortega. Las autoridades detuvieron a 135 personas.
"Esto es responsabilidad de quienes han llamado a la violencia, quienes han desacatado la Constitución y las instituciones", dijo Maduro en un acto público transmitido en cadena de televisión.
"Su plan es un golpe de Estado", agregó. Luego dijo enérgicamente que no permitirá que se realice otra protesta opositora planeada para el miércoles en Caracas.
Miles de simpatizantes de Capriles marchaban hacia las sedes del árbitro electoral en distintos estados venezolanos, mientras que se espera que los simpatizantes del Gobierno también acaten la petición de Maduro de movilizarse.
Capriles exige una auditoría total de los votos porque asegura que su equipo tiene recuentos internos que lo dan como ganador de las elecciones más reñidas en casi medio siglo.
Su reclamo fue respaldado por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y Estados Unidos, a quienes la autoridad electoral venezolana fustigó por inmiscuirse en los asuntos soberanos, mientras simpatizantes de Capriles en Perú y Panamá preparaban marchas de apoyo.
Pero varias naciones aliadas -como Argentina, Brasil, Bolivia y Rusia- reconocieron la victoria de Maduro, que promete extender a casi dos décadas la cruzada socialista del fallecido Chávez, adorado por millones de pobres por sus planes sociales y recordado con rencor por clases medias y acomodadas, que sufren las distorsiones de su intervencionismo estatal.
"Nosotros tenemos el derecho de contar cada voto. No estamos pidiendo más nada", dijo Capriles el lunes por la noche en una rueda de prensa.
Sus militantes marchaban para pedir el recuento total, mientras Maduro se prepara para asumir el viernes el mando del país con las mayores reservas de crudo del mundo.
Hasta ahora, el organismo electoral hizo oídos sordos a las exigencias de Capriles, en momentos en que los sentimientos encontrados por la muerte de Chávez están a flor de piel.
TENSIÓN EN EL AIRE
Aunque los dos bandos antagonistas convocaron a marchas pacíficas, la tensión flotaba en las calles de Venezuela.
Miles de manifestantes opositores armados con palos y piedras chocaron el lunes por la noche en Caracas con la policía, que los dispersó con escudos, balas de goma y gases lacrimógenos. Los incidentes también se extendieron a ciudades en el estado caribeño Falcón y el meridional Táchira.
Maduro, un corpulento ex chofer de autobús que se abrió camino hasta la cúspide del chavismo gracias a su fidelidad inquebrantable, pidió el lunes a los venezolanos evitar las "provocaciones" y dijo que será Capriles quien tenga que cargar en sus espaldas con las consecuencias de las manifestaciones.
Un poco más tarde, otro de los hombres fuertes del chavismo, Diosdado Cabello, dijo que solicitará ante la Asamblea Nacional que preside el inicio de una investigación penal sobre Capriles.
"Capriles fascista, me encargaré personalmente que pagues por todo el daño que le estás haciendo a nuestra Patria y a nuestro Pueblo", dijo a través de Twitter.
El nerviosismo en Venezuela se trasladaba a los mercados financieros.
El precio del bono de referencia de la deuda venezolana, el Global 27, perdía el martes 2,38 por ciento. Y el índice de riesgo país de Venezuela dio un salto de 20 puntos desde la jornada previa para ubicarse en 820 unidades.